La adicción al trabajo (también denominada con el término anglosajón workaholics o trabajólicos) se define como la implicación excesiva y progresiva de la persona en su actividad laboral, sin control ni límite, y abandono de actividades que antes realizaba. Este exceso de implicación no se explica por necesidades laborales objetivas, sino por necesidad psicológica de la persona afectada. Comprende a aquellos trabajadores que, de forma gradual, pierden estabilidad emocional y se convierten en adictos al control y al poder, en un intento por lograr el éxito. Cualquier actividad humana puede convertirse eventualmente en una adicción, es decir, en un tipo de esclavitud que le resta libertad a la persona. Hay adicciones a sustancias específicas como las drogas (adicciones tóxicas) y las hay también a estados emocionales, las denominadas adicciones no tóxicas. La adicción al trabajo es una adicción no tóxica que le otorga al adicto muchas ganancias secundarias: dinero, actividad, reforzamiento de la autoestima, evitar otras actividades, estatus. En las últimas décadas, la sociedad de consumo ha promovido el desecho del ocio para favorecer los trabajos adicionales que aumentan las ganancias, que a su vez aumentan el consumo. El exceso de trabajo no era considerado una enfermedad, más bien era considerado apropiado. Las personas con adicción al trabajo suelen trabajar “sin obligación” explícita ni implícita fuera de horas, dedicando un tiempo excesivo a su labor profesional y sintiéndose mal si no lo hacen. Este hecho hace que muestren desinterés por otras facetas de su vida como hobbies o relaciones personales. Pero, ¿puede decirse que una persona es adicta con solo medir el tiempo que dedica a su empleo? La adicción no puede determinarse de una manera cuantitativa. Lo que importa no es la cantidad de horas de trabajo, sino el modo en que se realiza. “La persona que simplemente es muy trabajadora, lo hace con buen ánimo y cuando llega un intervalo, sabe divertirse”. El adicto, suele estar de mal humor y su genio empeora aún más en los tiempos de descanso. “Es un ogro en su casa, no tiene empatía con los demás y no sabe disfrutar del ocio”. No hay una definición médica para tal condición, emparentada con el síndrome de burnout (síndrome del quemado). Sin embargo, algunas formas de estrés y el trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva pueden estar relacionados con el exceso de trabajo. Aunque se observa en ambos géneros, afecta en su mayor parte a profesionales varones entre 35 y 50 años, profesionales liberales y mandos intermedios, en los cuales la adicción al trabajo suele disimular problemas afectivos en la familia o en la pareja. En estas personas el trabajo constituye el centro de su vida y su refugio, quedando todo lo demás, incluida la familia, el ocio y la vida social, en un segundo plano. Resulta habitual que lleven trabajo a casa para acabarlo por la noche o los fines de semana y pueden mostrar algo parecido a un síndrome de abstinencia durante las vacaciones. Son personas insatisfechas o irritables cuando están fuera del trabajo. Actualmente, la actividad laboral excesiva ya es considerada un trastorno psicológico que afecta la salud de las personas así como también sus relaciones familiares y sociales. En una primera instancia, el cansancio y el estrés laboral provocan dolores de cabeza, de cuello y espalda, mareos, irritabilidad, baja tensión, depresiones profundas, trastornos de los patrones del sueño, malos hábitos alimenticios, hipertensión, etc; pero pueden llegar a causar enfermedades cardiovasculares. Las consecuencias más graves son: relaciones familiares deterioradas, tendencia al aislamiento, malhumor, desinterés por las relaciones interpersonales no productivas y problemas de salud. Además, puede observarse consumo abusivo del alcohol y tabaco, tiempo libre muy reducido y alteraciones del sueño. El adicto al trabajo suele negar el problema, evidenciando una distorsión en la apreciación de la realidad apoyada a menudo por el consenso social, ya que el trabajo intenso en general está bien visto, escapando a los observadores su carácter patológico. Resulta obvio que no toda dedicación intensa al trabajo es adicción. Puede haber personas que trabajan mucho pero que saben desconectarse en su tiempo libre. EXISTEN TRES TIPOS DE ADICTO AL TRABAJO: — El primero de ellos es el complaciente, que se caracteriza por ser menos ambicioso y más sociable que los otros adictos. Para ellos, la aprobación del jefe y de los compañeros de trabajo es de gran importancia. Se callan sus problemas y tienen más posibilidades de caer en una depresión. — En segundo lugar se pueden encontrar los adictos de tipo controlador, los cuales son independientes y ambiciosos y odian perder el control. Cuando descienden en su rendimiento laboral, se vuelven ansiosos e irritables. — Una tercera modalidad puede ubicarse en el adicto al trabajo de tipo narcisista controlador el cual posee una personalidad desequilibrada y, en situaciones de tensión, puede llegar a la despersonalización (sensación de no ser uno mismo, de no conocerse a sí mismo) y a la desrealización (sensación de ver y experimentar lo circundante como un sueño). Se observa en ellos también pautas conductuales de egocentrismo. Fuente: |