por Mark Michalovic Mientras Isabel arrojaba las cenizas de su cigarro sobre fardos de paja apilados bajo las mejores plantaciones de café del mundo para prenderles fuego, un destacamento de soldados de la compañía apareció por el pueblo. Junto a ellos había un hombre de tez blanca, con cara infantil y tan delgado como un escarbadiente; estaba maniatado, amordazado y con una venda en los ojos. Poco sabían que este prisionero cambiaría la cara de Colombia para siempre. Este prisionero gevacho se llamaba Henry Kratzky y era químico; por esa razón había sido capturado por la compañía. Creo que fue capturado por su culpa. Un norteamericano vagando por las calles de Medellín usando una remera que decía "Los viejos químicos nunca mueren, sólo llegan a un equilibrio" era una invitación para ser secuestrado y enviado a trabajar a un laboratorio de cocaína. Y en eso terminó exactamente este joven químico ingenuo. Una vez adentro de la choza de acero corrugado que pasaba por laboratorio, le sacaron la venda y la mordaza, pero no lo desataron y uno de los tantos post-docs de la compañía le dio sus instrucciones. Los químicos principales tenían cosas más importantes que hacer que darle la bienvenida a nuevos ingresantes. Pero nuestro héroe no era un muy buen químico, en realidad. No podría fabricar cocaína si su vida dependía de ello (lo cual era cierto en ese momento). Todo lo que sabía era fabricar una oscura y pequeña molécula llamada etil a-clorometil acrilato, o ECMA. Temeroso de Raúl, su supervisor, no le dijo nada sobre ésto. Henry sólo trató de concentrarse en el trabajo haciendo la única reacción que sabía. Entre tanto, los litros de ECMA se fueron sumando más y más. Al final de la semana, Raúl fue al laboratorio para reclamar la cocaína. Para su amarga sorpresa, Henry sólo tenía varios cientos de litros de ECMA para ofrecerle. Pero el ECMA ni siquiera se le parece a la cocaína. Es un líquido transparente y la cocaína es un polvo blanco, de modo que Raúl no se dejó engañar. En vista de los acontecimientos, era probable que Henry fuera llevado a la jungla y fusilado, pero a pesar de su ingenuidad, era bueno para hablar. " ¡Pero este ECMA es mucho mejor que la cocaína!" le dijo a Raúl. "Con el ECMA ustedes pueden hacer todo tipo de polímeros acrílicos funcionalizados. ¡Este es el primer paso para un premio Nobel!" Y Raúl quedó maravillado. Estaba cautivado por todo lo que podía hacerse con el ECMA. Estaba tan excitado que se lo contó a sus jefes, los cuales se quedaron igualmente extasiados sobre la investigación en acrilatos. Y éstos a su vez se lo contaron a sus jefes, los reyes de la compañía de Medellín. Llevados por el entusiasmo de toda la investigación que podrían hacer usando el ECMA, inmediatamente cerraron sus operaciones con la cocaína y transformaron toda la industria colombiana de la droga en una empresa de investigación. Se hicieron tantos nuevos y asombrosos descubrimientos en las Industrias Químicas de Medellín y tantos nuevos productos fueron producidos en sus plantas ahora mucho más grandes, que hicieron mucho más dinero del que les reportaba la venta de cocaína. Pronto Colombia se transformó en la nación más rica del planeta. De hecho, muchos colombianos aún odiaban los Estados Unidos. Con su nuevo poder, los directores de las Industrias Químicas de Medellín desenmascararon cada negocio sucio con la rama ejecutiva norteamericana. El presidente Armstrong perdió fácilmente su elección, irónicamente en manos del candidato que proclamaba la legalización de las drogas, llamado Smokey Ashbury.
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