Durante mi carrera de asesor en tecnologias de información a varias empresas, he tenido la oportunidad de conocer a varios ingenieros químicos. Uno de ellos se dedicaba al desarrollo de sistemas de cómputo, y otro atendía el área contable de un cliente. Yo escuchaba que todo mundo les decía ingenieros, y me imaginaba que eran ingenieros en sistemas. Realmente me sorprendió saber que eran ingenieros en el area de la química. Supuse que no había trabajo para los químicos y por eso habían migrado a otras áreas. Estaba muy equivocado. Tiempo después conocí a otro ingeniero químico, propietario de una empresa que se dedicaba a la fabricación de pegamento para la industría del calzado. Su negoció vendía pegamento a casi todas las fábricas en León y San Francisco del Rincón. Se diferenciaba de las otras compañías porque adecuaba su pegamento a las necesidades de cada cliente, según el tipo de piel, suela, etc. Su negocio fue creciendo explosivamente y su nave industrial se había cuadruplicado en 2 años. Y dos años mas tarde inauguraba su planta de pegamento en Brasil. Este mismo ingeniero químico tenía otro negocio: Una fábrica de cosméticos, en la que también le va muy bien. En la misma ciudad conocí otros dos ingenieros químicos, también fabricantes de pegamento. Uno de ellos utilizaba como materia prima basura: vasos desechables usados. Otro, además de fabricar pegamento, utiliza sus conocimientos de química y produce bolsas de plástico y suelas de hule. Esos son solo 3 ingenieros que tengo el gusto de conocer personalmente. Pero en la zona hay también otra empresa enorme: Vasos León, que fabrica platos, vasos, cucharas, etc desechables. Sus trailers cruzan todos los días la autopista para llevar sus productos a todo el país. La industria quimica tiene muchísimas aplicaciones en esta ciudad. A nivel nacional, no podemos olvidar a Luis Miramontes, quién junto con la compañia química mexicana Syntex S.A. desarrollaron la píldora anticonceptiva. El descubrimiento de Syntex se tradujo en un ingreso inmediato de 5 millones de dólares para esta empresa. Una inversión de 100.000 dólares en una pequeña empresa química de Ciudad de México se transformó en un gigante de la industria farmacéutica internacional, cuyo valor llegó a ser de 5.3 mil millones de dólares. Y que decir de Victor González Torres, quien ha aprovechado que la protección para uso exclusivo de muchas patentes de medicinas han caducado, y ha estado fabricando y vendiendo medicamentos similares. O Jorge Vergara Madrigal, quien con su empresa de "vitaminas para pobres", como él la llama, que comenzó a funcionar con 10 mil dólares prestados, es hoy catalogada entre las 200 corporaciones líderes en México. No hay duda: la química, para quien tiene ideas y ganas, resulta un enorme negocio.
|
Las maravillas de los acrilatos.
La química, de aplicación universal.
Inicia tu propio negocio